Los verdaderos estrategas de marketing político digital entienden que su accionar se debe fundamentar en la creación de un plan detallado de acciones, una estrategia específica y unas tácticas bien seleccionadas que hagan posible la consecución de resultados medibles para los candidatos.

Entendamos una metodología práctica para desarrollar una presencia digital que potencie la visibilidad de los políticos durante una contienda electoral.
Desde hace más de una década, los escenarios digitales se convirtieron en la mejor herramienta de comunicación y relacionamiento para los políticos y los electores. La visibilidad y cercanía que se alcanza con las actuales plataformas difícilmente se iguala con otros canales. Es por esto que los políticos le dieron una extrema trascendencia a su estrategia digital. Primordialmente, porque estos entornos tienen muchas herramientas para emitir mensajes y, en segunda instancia, porque allí hay múltiples opciones para la interacción.
El 10 de febrero de 2007 fue —quizá— el «Día D» para la migración del marketing político hacia lo digital. En esa fecha, los asesores de comunicación del entonces candidato Barack Obama dirigieron su atención y recursos al mundo digital para desarrollar allí la disputa por la presidencia de los EE. UU. En aquellos días, el equipo de campaña de Obama decidió incorporar las redes sociales; diseñar sitios web para capturar voluntarios y donaciones; ejecutar acciones de acercamiento con influenciadores y líderes de opinión; vincular editores de blogs; desarrollar actividades de email marketing; crear, gestionar y distribuir contenidos sobre las temáticas relevantes para el electorado norteamericano; plantear sondeos de opinión y encuestas online; y activar una milimétrica campaña de publicidad digital. Todo esto envuelto en una estrategia muy bien planificada, precisa, eficiente y alineada con el trabajo análogo. Una exitosa estrategia electoral que puso los cimientos y mostró el camino a seguir en marketing político digital.
Aquel evento, aparentemente lejano —en tiempo y distancia— para el contexto nuestro, fue el que hizo que nuestros candidatos, gobernantes, políticos y líderes insertaran los entornos digitales en su plan de comunicaciones y relacionamiento. Gracias a esa revolucionaria estrategia política de Barack Obama en 2007, el mundo digital dejó de ser un canal alternativo y se convirtió en un medio trascendental para las contiendas electorales.
Una breve contextualización digital para los políticos
La comunicación y el marketing político se rompieron en sus bases con la emersión de lo digital. La vieja forma de interactuar, en la que el político dominaba la agenda, cambió a una más participativa. En la actualidad, las iniciativas de comunicación dejaron de basarse en el mensaje que quiere enviar el político, para concentrarse en el mensaje que la audiencia quiere escuchar. Esa nueva perspectiva alteró de inmediato las repetitivas definiciones estratégicas de las campañas electorales.
Hoy, saber que existen las redes sociales, crear cuentas en ellas y publicar con regularidad no es suficiente. Tampoco basta con hacer publicidad o diseñar un sitio web robusto y competitivo en la página de resultados de los buscadores. Las campañas políticas necesitan de una estrategia digital para sobresalir, y de un ecosistema digital versátil y coherente con los objetivos y los electores potenciales.
Los verdaderos estrategas de marketing político digital entienden que su accionar se debe fundamentar en la creación de un plan detallado de acciones, una estrategia específica y unas tácticas bien seleccionadas que hagan posible la consecución de resultados medibles para los candidatos.