Menos fanatismo político y mas lectura

Por estos días y con ocasión del debate electoral para elegir presidente de la republica que se avecina y como buenos colombianos a los que muy poco nos ha servido la historia de nuestro país para tratar de cambiar de mentalidad, muchos nos encontramos dedicados en las redes sociales (hoy como escenario predilecto), a mostrar la posición extrema que tenemos respecto a las preferencias de las candidaturas presidenciales identificándonos en uno y otro caso con un color político, hoy, un tanto más variado que en años anteriores cuando los partidos liberal y conservador no habían mutado aun. Cada quien, ubicado en una esquina (derecha-izquierda), cree tener la razón absoluta y más que identificarse con un candidato por tener un concepto propio de la seriedad, coherencia, solidez y estructura de sus planteamientos, lo hace ciego por el fanatismo político que nos tiene invadidos como pandemia y nos mantiene en una constante actitud de violencia a la hora de debatir, que hoy por fortuna no es con balas como en la época de terror que precedió al frente nacional (años 1948-1958, violencia entre liberales y conservadores), pero si a punta de calumnias, injurias, difamación y falta al respeto en todas sus formas.
Difícilmente encontramos en redes sociales un debate o conversación con altura, con análisis que obedezcan a lo que realmente son en su totalidad y contenido las propuestas presentadas por los candidatos presidenciales y todo por la sencilla razón que no nos tomamos el trabajo de leer. El sesgo del fanatismo nos mantiene con una percepción que termina siendo mediocre y peligrosa al momento de tomar una decisión electoral, puesto que nada más y nada menos se trata de elegir al mandatario que debe llevar las riendas del país en los próximos cuatro años, y salir a ejercer nuestro derecho al voto con ideas erradas o poco ajustadas a la realidad sobre un candidato y sus proyectos, es elegir con una venda puesta en los ojos.
Creo que debemos darnos la oportunidad de conocer las propuestas presentadas por los candidatos presidenciales y para conocerlas debemos decidirnos a destinar el tiempo para leerlas. Cada uno de los candidatos cuenta con una página web en formatos fáciles de consultar; nos vendría bien leer, analizar y comparar las propuestas sin ningún sesgo, lo que nos permitirá sacar conclusiones objetivas sobre las mismas y de los candidatos, de tal manera que de ellos podamos crearnos un concepto propio sobre su formación académica y política, experiencia en el manejo de lo público, conocimiento del estado colombiano y su capacidad de vislumbrar un país mejor en los próximos cuatro años, a partir de lo que está proponiendo.
Hacer el ejercicio de leer y entender lo planteado por los candidatos harían más productivos e interesantes los debates en las redes sociales y en cualquier otro escenario, se mitigaría un poco las actitudes fanáticas y polarizadas y los más importante, saldríamos a votar con una noción propia sobre el candidato que creemos más le conviene al país, y no llevados por las tantas mentiras que se propagan en las redes sociales e incluso por lo datos arrojados en encuestas, sobre las cuales la historia reciente de elecciones presidenciales nos ha enseñado que no son para nada confiables.
Habiendo realizado la revisión de los portales web de las campañas presidenciales, hice mi elección y me parece que tenemos buenos candidatos, muy a pesar de las circunstancias adversas o negativas que puedan rodear a algunos que muy difícilmente podrían borrar de sus “hojas de vida” las prácticas politiqueras; hay aspirantes con más experiencia que otros, con propuestas mejores estructuradas, detalladas, sustentadas y ajustadas a la realidad social y económica de nuestro país, más conocedores del funcionamiento del estado y entre ellos también podemos identificar quienes son políticos de profesión (Hombre o mujer con habilidad para abrirse camino en la vida pública) y políticos de vocación (hombre o mujer capaz de avizorar el futuro).
Pero al fin, cada candidato tiene sus méritos y en el ejercicio de conocer sus planteamientos no sería muy sano ni tan productivo dedicarnos a ver solo lo negativo que puedan tener en sus carreras o en lo personal.
Cada ciudadano está en capacidad de sacar sus propias conclusiones sobre los candidatos y sus proyectos y finalmente inclinarse por el que le parezca más conveniente para el país como presidente, dejando el fanatismo político y la pereza por la lectura.
Todavía estamos a tiempo.
Por: Alfonso Romo Tangarife