Álex Cujavante, el dueño del patinódromo de Barranquilla
Pocos deportistas tienen el privilegio de que un escenario lleve su nombre. En Colombia los más reconocidos son Martín Emilio Cochise Rodríguez y Mariana Pajón, como les pusieron al velódromo y la pista de bicicross de Medellín, en honor a esos dos campeones que tantas glorias le han dado al país.
En Barranquilla, el patinódromo, que se construyó para la edición XXIII de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, se llama Álex Cujavante, en homenaje al múltiple campeón mundial y de eventos del ciclo olímpico.
Y fue él, precisamente, el encargado de realizar la primera gran gesta deportiva en este escenario. En la final de la prueba de los 10.000 metros combinados, les cogió nada menos que tres vueltas de ventaja a sus rivales, en una impresionante muestra de poderío y superioridad.
Minutos antes, la vallecaucana Johana Viveros se había colgado el oro en la rama femenina y uno más en los 1.000 metros, al igual que Édwin Estrada, por lo que la afición barranquillera estaba radiante y llena de optimismo.
“Es el mejor triunfo de mi vida. Un sueño hecho realidad”, reconoció el patinador de 23 años, quien había ganado esa misma prueba hace cuatro años, en Veracruz (México).
“Era mi máximo objetivo de 2018. No podía fallar ante mi familia, mi ciudad”, agregó el reciente bicampeón mundial, en Holanda, quien además se colgó oro en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta 2017 y en los Juegos Suramericanos en Cochabamba, en mayo pasado.
Cujavante reconoció que “es un inmenso honor para mí que un escenario tan hermoso lleve mi nombre. Lo asumo con mucha humildad y con gran responsabilidad, como siempre lo he hecho, pero ante todo con un orgullo inmenso de saber que he hecho una transformación para mi deporte y soy un ejemplo para otros deportistas”.
De otro planeta
El patinador atlanticense ganó el oro de los 10.000 metros con 37 puntos, por delante del mexicano Mike Páez Cuéllar y el venezolano Julio Mirena. “No había nada qué hacer, era muy superior, así que nosotros debíamos luchar por las otras dos preseas, reconoció el azteca.
Después de la ceremonia de premiación, en la que el himno nacional colombiano sonó cuatro veces, Cujavante añadió: “Este es un momento épico, que nunca volverá y que siempre tendré en mi corazón. Yo no estoy acá porque el escenario tenga mi nombre ni porque sea barranquillero. Es una selección de 32 integrantes que acaba de ser campeona del mundo y, gracias a mis resultados, se logró pasar el filtro y hoy estamos en casa disfrutando de la victoria. Toda la delegación está mentalizada en pelear el título de los Juegos y paso a paso, día a día, con actuaciones como está, lo vamos a lograr”.
El momento de gloria que hoy disfruta Cujavante no es otra cosa que el premio a su esfuerzo y el de su familia. Sus padres, Alex y Sandra tuvieron que hacer muchos sacrificios, así como sus hermanas Sheila y Alexandra. Hicieron rifas, bazares y hasta vendieron el carro para financiar su proyecto deportivo, que arrancó en el Patín Caribe Club (PCK), cuando apenas tenía cinco años.
Porque realmente el apoyo económico y logístico llegó mucho después, cuando ya era campeón y fue respaldado por la Federación de Patinaje, Coldeportes y el Comité Olímpico Colombiano.
Corrió por el departamento de Boyacá un par de años y ahora lo hace nuevamente por su tierra, Atlántico.
Ahora, él y los suyos pueden sentirse satisfechos. Todos sus esfuerzos valieron la pena. Son los “dueños” del patinódromo de Barranquilla.
Fuente: El Pilón